viernes, 24 de abril de 2009

Gitana mia


1. La fuerza de mi raza

Desde un rincón de la pequeña chabola construída a base de escombros, observaba cómo su padre regresaba con lo que sería la comida del día. No es que fuera un gran festin, pues compartir una liebre con catorce personas era quedarse con la miel en los labios, pero la pequeña Rocío había aprendido a valorar el más mínimo bocado como si fuera un manjar de dioses. Se quedó unos minutos ensimismada, quizás dejando la mente en blanco para no escuchar los retortijones que, en su pequeño estómago de cinco años, se quejaban de hambre como se quejan unos polluelos reclamando alimento a una paloma. Pero la voz de su madre la hizo volver a la realidad, a su triste realidad.

-¡Roshíoooo!- grita su madre con ese característico acento gitano.
-Ya voy "máma"- responde la pequeña con desgana.

Se iba arrastrando con sus pies desnudos sobre la arena, callosos y con los dedos más bien regordetes, y las uñas más negras que la noche. A pesar de contar con sólo 5 años de edad, ya tenía algunas cicatrices que le cortaban la cara y que le acompañarían el resto de sus días. Bajo el manto de suciedad y polvo que la cubrían, Rocío escondía a una niña de ojos color miel, sonrisa traviesa, mirada profunda y nariz chata. Sus labios eran finos, y le faltaban unos cuantos dientes, y eso se hacía notar cuando la pequeña sonreía. Lástima que eso no ocurría muy a menudo. A pesar de que aún era primavera, Rocío vestía una camisola tres tallas más grandes que ella, de algodón fino, que había pertenecido a una de sus hermanas mayores y que estaba sucia y rota por varios sitios; Y ciertamente, en la periferia de Madrid y un 22 de Abril no se podía esperar una temperatura adecuada a tal vestimenta. Pero ella estaba acostumbrada, ya ni el frío sentía pues el hambre se hacía notar más. Y es que ella no había podido elegir su vida, ni su familia. Rocío era simplemente una niña más que había tenido la desgracia de nacer en un poblado chabolista, con ni siquiera agua potable, ni electricidad, y con la irónica situación de encontrarse a escasos kilómetros de una ciudad considerada del primer mundo, con personas viviendo en verdaderos palacios, con agua, electricidad e incluso calefacción, mientras más de un centenar de familias, al otro lado de la gran autovía que separaba estos dos mundos, sobrevivian entre ratas y piojos.
Cuando Rocío llegó al umbral de la pequeña tela que separaba la chabola del campo, buscó a su madre con la mirada, y se percató de que estaba debajo de un mueble que usaban como encimera de cocina, que encontraron en unos contenedores, maldiciendo entre palabras mal pronunciadas algo que Rocío no llegaba a entender, pero que cuando se acercó a su madre comprendió en seguida el motivo de las quejas. Alrededor de veinte cucarachas correteaban alrededor de aquel mueble que la familia utilizaba como almacén de comida, aumentando aun más el grado de insanidad del lugar.

-Roshío mi vida, aplástalas tu mientras yo "vi" a hacer la comida pa todos, anda corashón, que el "pápa" ya viene pá acá y hay que tenelo tó listo- le ordenó la matriarca a la niña.
-Sí "máma"- obedeció la pequeña mientras pisoteaba las cucarachas provocando que en sus pequeños pies le quedase una sustancia viscosa y pegajosa.

En las familias gitanas hay grados de jerarquías y normas familiares que todos deben de saber y de cumplir, es algo que enseñan unos a otros y que llevan en la sangre. Para los gitanos, las mujeres tienen que encargarse de las tareas del "hogar", de los niños, y de que su marido tenga todo lo que necesite. Los hombres se encargan de trabajar y llevar el dinero o el alimento a casa, aunque eso conlleve a robar o matar por ello. El padre de familia es el Patriarca, el que toma las decisiones por todos, inamoviblemente; y la esposa del susodicho, la Matriarca, la que se encarga de organizar al resto de mujeres y niñas para las distintas labores. Rocío aún no tenía muy claro cuál era su papel en la familia, pues no entendía el por qué de esa organización, el por qué no podía ser de otra forma, el por qué ella no podía ir al colegio y jugar con muñecas como una niña normal. Pero cuando escuchó la potente voz de su padre entrando por la tela color verde limón, comprendió el por qué nunca abre la boca para preguntar todas esas incertidumbres.

-¡Antoniaaa!¡Aquí traigo la comidaa!Llama a los chavales, esos desgraciaos estaran fumándose porros seguro en donde el Manuéee!!- grita el Patriarca.
-No Paco, están donde el Toni que van a salir esta noche a lo de la obra esa que dijo tu cuñao'!- respondió la regordeta mujer mientras le arrebataba la liebre de la mano a su marido para comenzar a prepararla.
-Bueno mujé, si tu lo dices, yo te creo, a vé qué remedio- contesta el hombre venciéndose ante el carácter de su mujer y dejándose caer en un sofa viejo y sucio que robaron de una casa abandonada.

Jennifer y Esmeralda, las hermanas mayores de Rocío, aparecieron con un cubo de plástico viejo lleno de agua que habían recogido de un riachuelo cercano al poblado, procedente de una de las depuradoras de agua más grandes de la ciudad. En la mayoría de los casos el agua salía sucia, y era muy probable que no fuera potable, pero era la única fuente de agua que tenían en tres kilómetros a la redonda. Las muchachas, ambas de 14 años y hermanas gemelas, eran la mejor ayuda para la madre, aunque en unos meses se iban a casar con dos muchachos de la familia de los García, otra familia de tantas que vivían en el poblado, y tendrían que abandonar el "hogar" parental para ir a servir a sus futuros maridos, por eso Antonia, la madre, insistía tanto a la pequeña Rocío en que aprendiese lo mismo que sus hermanas, pues cuando ellas dejaran de vivir allí, las únicas mujeres que quedarían serían ellas dos, pues el resto de la familia eran varones. Y a pesar de que Rocío era tan pequeña, sentía ciertos sentimientos de contrariedad acerca de todas estas normas con las que no estaba de acuerdo, y eso a veces la hacía sentirse especial, pues pensaba que era la única inteligente de su familia, lo que la llevaba a tener un sentimiento de culpa tremendo pues le dolía no entender toda esa jerga de la fuerza de su raza. Cómo iba a pensar ella que su vida le iba a cambiar de la noche a la mañana...

jueves, 23 de abril de 2009

wee

Bueno, me decidí a hacer un blog de estos (?) porque llevo mucho tiempo escribiendo lo que espero que llegue a convertirse en un libro. Los nombres de los personajes estan cambiados, la historia pertenece a una amiga mía, bueno, más bien amiga de mi hermana xD, que a día de hoy tiene 35 años y mucho que contar, y es una realidad que existe tanto en mi país como en muchos países del mundo, que se hacen llamar del primer mundo, y nada que ver...
Aún no está terminado, apenas voy por el capitulo 7 y calculo que por lo menos serán unos 17 o así, pero os dejo el primer capitulo a ver qué os parece. He de decir que no hay nada de exageración en las situaciones que aquí se cuentan, son reales. Gracias a todos wiwiwi (?) xD. Chau n_n